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La insuficiencia pancreática exocrina en el perro
La insuficiencia pancreática exocrina, conocida también como IPE, es la segunda enfermedad más habitual del páncreas exocrino en perros y gatos, después de la pancreatitis.
La IPE es el resultado de una inadecuada producción y secreción de enzimas pancreáticas digestivas y otras sustancias, generalmente por una disfunción de las células pancreáticas acinares, que conduce al organismo a la malabsorción y a la mala digestión de los nutrientes, desencadenando un estado de malnutrición.
Fisiopatología
Se estima que la IPE aparece cuando más del 90% del parénquima pancreático está destruido y la parte funcional restante no es suficientemente capaz de producir y secretar la cantidad necesaria de:
- Enzimas de digestión de proteínas, grasas y carbohidratos (proteasa, lipasa y amilasa).
- Bicarbonato (neutraliza el ácido gástrico).
- Factor intrínseco pancreático (permite la absorción de la cobalamina).
- Proteínas antimicrobianas (regulan el microbiota intestinal).
Generalmente la función endocrina del páncreas no está afectada.
La IPE presenta múltiples consecuencias:
- La más importante es la mala digestión intraluminal de los nutrientes de la dieta, debido a la ausencia de la actividad enzimática intraluminal, es decir, a la falta de amilasa, lipasa y proteasa.
- Alteración de la microbiota intestinal que suele conducir a disbiosis, resultado de la falta de proteínas antimicrobianas pancreáticas y la presencia de comida mal digerida en la luz intestinal.
- Cambios secundarios en la función de la mucosa intestinal y en su microanatomía, como atrofia vellosa e infiltración celular inflamatoria, debidos a la falta de factores tróficos de la mucosa, péptidos reguladores y factores intrínsecos
- Lesiones en la mucosa intestinal por la presencia de pH anormalmente ácido.
- Posibles alteraciones a nivel bioquímico, como por ejemplo en el metabolismo de los aminoácidos y en la síntesis del ADN, debido a la malabsorción de la cobalamina.
- De forma menos frecuente y, característica sobre todo en perros con IPE sin presencia de Atrofia Acinar Pancreática (AAP), es la alteración en la homeostasia de la glucosa por la falta de islotes de Langerhans, la cual puede acabar desencadenando Diabetes Mellitus.
Etiología
La causa más frecuente de IPE en el perro es la AAP. Sin embargo, existen otras etiologías, mucho menos comunes, como la pancreatitis crónica (PC), la hipoplasia pancreática y las neoplasias pancreáticas.
Todos los perros, independientemente de su raza, pueden acabar desarrollando IPE. Ahora bien, varios estudios han demostrado mayor susceptibilidad genética entre los Pastores Alemanes, representando alrededor del 40-60% de la casuística total de Europa y Norte América. En menor medida, se han descrito otras razas que presentan también cierta predisposición a padecer IPE, como es el caso del Rough Collie, el Eurasian, el Cavalier King Charles Spaniel, etc.
La aparición de IPE ha sido descrita en una gran variedad de edades diferentes. Sin embargo, los perros que desarrollan IPE a causa de una AAP suelen ser individuos jóvenes (hasta 4 años de edad) mientras que los que presentan PC tienden a ser individuos de mediana o avanzada edad. Esto se relaciona, a su vez, con la predisposición genética en las razas comentadas previamente, de forma que la AAP se presenta como un factor de heredabilidad más frecuente entre Pastores Alemanes y Rough Collies. En cuanto a la predisposición sexual, no se han encontrado diferencias destacables.
Signos clínicos
Los signos clínicos de la insuficiencia pancreática exocrina suelen ser fácilmente reconocibles, pero no se consideran patognomónicos de esta enfermedad porque otras enfermedades intestinales pueden mostrar signos similares de malabsorción. y, de hecho, el diagnóstico diferencial de IPE incluye casi siempre otros procesos patológicos que afectan al intestino delgado y que causan también malabsorción y/o mala digestión.
Entre los signos más frecuentes, en un 90% de los perros afectados por IPE, se encuentran:
- Pérdida de peso y de masa muscular.
- Apetito aumentado o normal.
- Heces grises o amarillentas y semiformadas.
- Esteatorrea.
- Aumento del volumen de las heces y de la frecuencia de defecación.
- Flatulencias y borborigmos intestinales.
- Pelaje seco y de mala calidad.
Se han recogido otros signos como anorexia, ausencia de diarrea, diarrea pastosa, vómitos, coprofagia ocasional o pica, agresividad, nerviosismo e incluso problemas dermatológicos. En los pacientes que también presentan diabetes mellitus podremos observar polidipsia y poliuria.
En algunos casos de IPE, no se exhiben los signos clínicos debido a que la enfermedad se desarrolla de forma subclínica, siendo posible diagnosticarla únicamente a partir de pruebas de laboratorio.
Diagnóstico y pruebas complementarias
El diagnóstico se basa inicialmente en los hallazgos descritos en la historia clínica del paciente y en los signos clínicos que presenta, y se confirma posteriormente a través de pruebas complementarias de estructura, función y patología pancreáticas.
El diagnóstico diferencial deberá incluir, entre otras patologías, causas primarias o secundarias de diarrea crónica de intestino delgado, desórdenes asociados a pérdida de peso (diabetes mellitus, fallo hepático, etc.), parasitosis intestinales, enfermedades inflamatorias del intestino, linfangiectasia y neoplasias del intestino delgado.
El hemograma, el perfil bioquímico y el urianálisis normalmente muestran resultados irrelevantes para el diagnóstico de IPE, lo mismo que sucede con los tests de la actividad de la lipasa y la amilasa séricas.
Actualmente, para diagnosticar la insuficiencia pancreática exocrina se usan tests de función pancreática, que permiten diferenciar si los signos clínicos del perro se deben a esta enfermedad o a enfermedad del intestino delgado. La prueba laboratorial de elección es la determinación de la tripsina inmunoreactiva en suero (cTLI), un test especie-específico que permite cuantificar la cantidad de tripsinógeno y tripsina en sangre, proporcionando una evaluación indirecta del tejido pancreático exocrino funcional, sin interferencia de otras alteraciones intestinales.
En el perro:
- Valores de cTLI < 2,5ng/mL son diagnósticos de IPE.
- Valores entre 2,5 y 5.7ng/mL se consideran dudosos y la prueba debería repetirse 1 o 2 semanas después.
Otra prueba es la determinación de quimiotripsina fecal y elastasa-1 pancreática en heces. Mediante la técnica de ELISA con anticuerpos monoclonales se determina la cantidad de esta enzima en las heces del perro.
Pruebas complementarias como la medición de cobalamina y folato séricos permiten descartar o confirmar el sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado.
El estudio morfológico e histopatológico del páncreas también se pueden llevar a cabo cuando no ha sido diagnosticada la causa subyacente de la aparición de IPE.
Tratamiento
- Suplementación con enzimas pancreáticas digestivas, en cada comida. Se encuentran varios productos en el mercado en diferentes formulaciones: cápsulas y polvo con o sin recubrimiento entérico y páncreas crudo.
- Suplementación vitamínica de cobalamina en los casos necesarios.
- A nivel nutricional, generalmente no es necesario ningún cambio en la dieta mientras se preste especial atención a las necesidades individuales de cada animal. Sin embargo, se ha demostrado que una dieta baja en fibra y moderada en grasa suele ser beneficiosa.
En función de cada caso, podrían considerarse otros medicamentos como los antibióticos y los antiácidos.
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